La Palabra que nos inspira...
…y nos invita a buscar la Verdad, a conocer una nueva visión de lo que somos y estamos llamados a ser.
Invitamos a nuestros alumnos a crecer en discernimiento y sabiduría. Estimulamos el pensamiento y la conciencia crítica y nos obligamos a presentar nuestra fe y su universo de significados como creíble y razonable. Queremos desarrollar ellos una espiritualidad madura y, también, dejar la puerta abierta para que sean libres de asumir o no lo que les proponemos.
Apreciamos la diversidad como una riqueza en nuestros centros y eso nos compromete con un diálogo sincero y respetuoso con todos.
La Vida que celebramos…
…dotando a lo cotidiano y cualquier tipo de acontecimiento de significado y propósito, reconociéndolo y haciéndolo propio.
Ayudamos a los alumnos a identificar las dimensiones transcendentes de uno mismo, los otros y el mundo en general, siendo capaces de descubrir, admirarse, contemplar y celebrar lo ordinario y lo extraordinario.
El Amor que nos une…
… y nos ayuda a descubrir aquello cuyo valor es inviolable, como la dignidad del ser humano, la verdad, la vida o la libertad.
Propiciamos que sean capaces de manejar los estados propios emocionales, ser sensibles e influir en los estados de los otros para construir relaciones interpersonales intensas y comprometidas con valores como el perdón, la gratitud o la compasión.
Valorar estas realidades por encima de otras prioridades nos ayuda a ver la vida con otros ojos.
El mundo que nos compromete…
… y que nos abre a la pertenencia global, a vincularnos afectivamente con los que están cerca y lejos. A adquirir un compromiso radical con la justicia y la paz.
Para la experiencia de fe esto supone: Amar con un amor gratuito, vincularse a la comunidad y comprometerse con los últimos, que ‘siempre estarán con nosotros’.